Nuestras Opiniones
La oportunidad del turismo azul: armonizar la sostenibilidad costera con la rentabilidad
Si hay un sector en el que la «economía azul» pasa de ser un concepto abstracto a una realidad tangible, es el turismo. Desde un viaje de buceo en los arrecifes hasta un recorrido en kayak por los manglares, el turismo es la cara pública de la economía oceánica.
A nivel mundial, el turismo costero y marino es reconocido como un motor dinámico para la creación de empleo y el intercambio de divisas. Sin embargo, también es el sector más expuesto a los riesgos climáticos. El aumento del nivel del mar, la decoloración de los corales y la erosión costera ya no son amenazas lejanas; son riesgos operacionales inmediatos que dañan la infraestructura y modifican las preferencias de los visitantes.
Para los gobiernos, las instituciones de financiación del desarrollo (IDF) y los inversores privados, la cuestión ya no es si deben invertir en el turismo azul, sino cómo hacerlo de forma que se protejan los activos naturales y, al mismo tiempo, se garantice la viabilidad empresarial a largo plazo.
Definición del nuevo «turismo azul»
El turismo azul actual se expande mucho más allá de los modelos tradicionales orientados a la playa. Abarca las actividades recreativas marinas, las aventuras basadas en la naturaleza, el patrimonio costero, el turismo fluvial, la recreación en agua dulce e incluso áreas emergentes como el turismo regenerativo. Esta diversidad crea oportunidades para cadenas de valor más inclusivas, lo que permite a los pequeños operadores, artesanos, grupos culturales y jóvenes emprendedores prosperar si se les apoya con las capacidades y herramientas digitales adecuadas.
Pero también significa que el desarrollo turístico debe integrar la conservación, la planificación espacial y la resiliencia climática. Sin arrecifes, manglares, playas y ciudades costeras saludables, no hay producto turístico a largo plazo, un hecho que tanto los gobiernos como los viajeros de todo el mundo reconocen cada vez más.
El cambio estratégico: por qué la resiliencia es la nueva rentabilidad
Un concepto erróneo de larga data en el desarrollo turístico es que la protección de los ecosistemas no es más que un gasto que «es bueno tener», una partida filantrópica que pasa a un segundo plano frente al negocio «real» de la rentabilidad. En el contexto de la economía azul, esta lógica es fundamentalmente errónea porque el ecosistema es el producto en sí mismo. A diferencia del turismo urbano, donde la atracción puede ser un museo o un rascacielos, en el turismo azul, el principal activo es el capital natural: la claridad del agua, la salud del arrecife y la estabilidad de la costa. Si los arrecifes mueren y las playas se erosionan, el activo económico se deprecia a cero, lo que convierte a los complejos turísticos de alto valor en activos abandonados. Por lo tanto, la gestión ambiental no es solo una elección ética; es una necesidad operativa rígida para la supervivencia a largo plazo.
Este cambio se ve acelerado por la urgencia climática, que ha pasado de los modelos teóricos a los balances. Los inversores y las aseguradoras ven cada vez más las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de los manglares y la rehabilitación de las dunas, no como costos de jardinería, sino como estrategias críticas de gestión de riesgos. A medida que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes, un hotel protegido por un cinturón de manglares saludable es mucho más asegurable y resiliente que uno expuesto a las marejadas del mar abierto. En consecuencia, la resiliencia climática se ha convertido en sinónimo de resiliencia financiera; los desarrolladores que no tienen en cuenta la adaptación costera tienen más dificultades para acceder al capital, ya que los bancos analizan con más rigor los riesgos climáticos físicos.
Al mismo tiempo, la industria está siendo testigo de una profunda transformación en la demanda del mercado. El viajero moderno es mucho más sofisticado que el turista de «sol y playa» del pasado. Hay un segmento premium en crecimiento que busca activamente experiencias auténticas y arraigadas en la comunidad en lugar de complejos turísticos genéricos y amurallados. Estos visitantes están dispuestos a pagar más por destinos que puedan demostrar esfuerzos tangibles de sostenibilidad. Buscan viajes «regenerativos» en los que su visita contribuya a la preservación del lugar, en lugar de a su degradación. Para los operadores, esto significa que la sostenibilidad es ahora un factor clave para la ventaja competitiva y la lealtad a la marca, y no solo un ejercicio de cumplimiento.
Por último, el panorama político está evolucionando rápidamente. Los gobiernos se están dando cuenta de que el turismo no regulado puede canibalizar los mismos recursos de los que depende. Estamos asistiendo a un alejamiento de la planificación fragmentaria en favor de hojas de ruta integradas para la economía azul, en las que el turismo ya no se trata como una industria aislada. En cambio, se gestiona junto con la pesca, la energía renovable y la planificación de la conservación en marcos como la planificación espacial marina (MSP). Este enfoque holístico garantiza que las actividades económicas estén coordinadas en lugar de ser conflictivas, lo que evita situaciones en las que el turismo excesivo agote las poblaciones de peces locales o en que el desarrollo industrial arruine la estética del turismo. En esta nueva era, la rentabilidad está reservada para quienes se alinean con estas estrategias nacionales de resiliencia.
Lecciones del campo: la experiencia de Aninver
En Aninver, somos testigos de primera mano de estas dinámicas. Nuestras misiones recientes en el Caribe y África ilustran cómo la sostenibilidad y la rentabilidad pueden reforzarse mutuamente cuando se implementan las estrategias correctas:
- Belice: un plan para la gobernanza integrada del turismo marino
Nuestra participación en Belice demuestra cómo se puede apoyar el turismo azul mediante marcos políticos claros, la coordinación de las partes interesadas y enfoques de inversión estructurados. Al mapear las funciones de las instituciones, analizar las cadenas de valor y desarrollar estrategias de comunicación y participación, el país está mejor posicionado para movilizar inversiones sostenibles sin comprometer sus tesoros marinos.
- Gambia: la digitalización como herramienta para la resiliencia turística
El turismo azul también se está transformando a través de la innovación digital. En Gambia, Aninver apoyó la creación de una estrategia de turismo digital e impartió una amplia formación digital para las MIPYMES. Este trabajo fortaleció el ecosistema turístico del país al mejorar el uso de datos, la visibilidad en línea y la diversificación del mercado, factores cada vez más relacionados con la resiliencia climática.
- Trinidad y Tobago: el carbono azul y la interdependencia del turismo
Nuestro trabajo sobre un esquema de créditos de carbono azul en Trinidad y Tobago ilustra la profunda conexión entre las soluciones climáticas y el turismo. Los manglares y pastos marinos saludables no solo almacenan carbono y protegen las costas, sino que también enriquecen la experiencia de los visitantes y apoyan los medios de vida de las comunidades. Cuando están respaldados por sistemas de MRV creíbles y una gobernanza transparente, estos ecosistemas se convierten en activos que atraen la financiación climática y fortalecen el ecoturismo.
Qué deben priorizar los gobiernos y las DFI
El éxito del turismo azul requiere una inversión temprana en planificación y gobernanza, mucho antes de que se construya la infraestructura. La gestión costera integrada, las evaluaciones del riesgo climático y la participación de la comunidad forman la base de las opciones sostenibles. Muchos proyectos turísticos innovadores también dependen de la financiación combinada, especialmente cuando incorporan la construcción resiliente, los sistemas de energía renovable o la restauración de los ecosistemas.
Los sistemas de información (taxonomías, marcos de MRV, plataformas de SIG costeras) se están volviendo indispensables porque determinan qué proyectos pueden acceder a la financiación climática y a la inversión vinculada a la sostenibilidad. Y quizás lo más importante es que el éxito a largo plazo depende del fortalecimiento de los ecosistemas locales de los organismos de gestión de los destinos, los grupos comunitarios, las pymes y las agencias públicas.
Para los operadores privados, la adopción de prácticas sostenibles ya no es un gesto «ecológico» opcional, sino una estrategia competitiva. Las empresas que reducen la presión medioambiental, invierten en la protección basada en la naturaleza, apoyan a los proveedores locales y se comunican de forma transparente sobre su impacto construyen una reputación más sólida y productos más resilientes.
En última instancia, los destinos que alinean la gestión ecológica con el bienestar de la comunidad y las expectativas de los visitantes serán los que sigan siendo atractivos (y rentables) en las próximas décadas.
Explore los proyectos de turismo azul y economía azul de Aninver
Comprender el futuro del turismo azul requiere analizar cómo la sostenibilidad, la resiliencia climática y el desarrollo económico se combinan en la práctica. En Aninver, nuestro trabajo en Belice, Gambia y Trinidad y Tobago muestra cómo los países pueden proteger los ecosistemas, fortalecer las empresas locales y atraer inversiones basando la estrategia turística en principios climáticos sólidos. No se trata de iniciativas aisladas, sino que reflejan una transformación más amplia en la forma en que las economías costeras se preparan para hacer frente a los crecientes riesgos climáticos y a las cambiantes expectativas del mercado.
Si quieres profundizar en la intersección entre la resiliencia climática, la energía limpia, las soluciones basadas en la naturaleza y la sostenibilidad costera, te invitamos a explorar el área de práctica específica de Aninver sobre el clima y la energía limpia. Allí encontrará un resumen completo de cómo apoyamos a los gobiernos, los bancos de desarrollo y los clientes del sector privado en el diseño de estrategias inteligentes para el clima, la movilización de financiación verde y la implementación de proyectos que protejan tanto a las personas como a los ecosistemas.









