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Puertos Net‑Zero: una hoja de ruta práctica para las autoridades portuarias de tamaño mediano
Los puertos se encuentran en la intersección crítica del comercio mundial, los sistemas energéticos y los frágiles ecosistemas costeros. Esta posición única crea una «doble exposición»: se encuentran en primera línea de los riesgos climáticos físicos —como el aumento del nivel del mar, las marejadas ciclónicas y el calor extremo— y, al mismo tiempo, se enfrentan a una enorme presión regulatoria para reducir drásticamente las emisiones. Para un puerto de tamaño mediano, no se trata de desafíos futuros abstractos, sino de realidades operativas inmediatas que se manifiestan de maneras muy concretas.
La presión llega de todos lados. Los clientes del transporte marítimo exigen servicios más ecológicos para cumplir sus propios objetivos de cadena de suministro, mientras que las aseguradoras y las instituciones financieras están analizando el riesgo climático más de cerca que nunca. Al mismo tiempo, las comunidades locales se hacen oír cada vez más y esperan que la actividad económica coexista con un aire más limpio y una gestión medioambiental. En este contexto, seguir «como siempre» no solo es riesgoso para el medio ambiente, sino que socava activamente la competitividad a largo plazo.
Es por ello que una hoja de ruta con cero emisiones netas ya no debe considerarse simplemente un ejercicio de cumplimiento o un compromiso medioambiental. Por el contrario, debe enmarcarse como una estrategia empresarial básica, una evolución necesaria para mantener la relevancia en las cadenas logísticas que cambian rápidamente y en los cambiantes paisajes de financiación. Al tratar la sostenibilidad como un factor que genera valor y no como un costo, los puertos pueden asegurar su posición en la economía del futuro.
1. Comience con una línea de base de emisiones real, no con suposiciones
El primer paso es engañosamente simple: conozca sus emisiones.
Una base de referencia útil hace más que proporcionar una estimación genérica. Desglosa la huella a partir de:
- Las propias operaciones de la autoridad portuaria.
- Electricidad comprada.
- El ecosistema más amplio: barcos atracados, equipos de manipulación de carga, camiones, enlaces ferroviarios y actividades de los inquilinos.
En muchos puertos, la mayoría de las emisiones no llegan al límite establecido por las autoridades. Se encuentran en ese ecosistema más amplio.
En nuestro trabajo de diagnóstico para los programas de infraestructura y economía azul, a menudo es aquí donde ocurre el verdadero «momento ajá». Una vez que un puerto ve, en un gráfico, qué actividades generan emisiones, los presupuestos limitados pueden centrarse en las pocas palancas que realmente importan. Y las conversaciones con los inquilinos y los responsables políticos de repente se vuelven más concretas, porque se basan en datos, no solo en la retórica climática.
2. Haga de la electrificación y las energías renovables la columna vertebral
Una vez que la base de referencia está clara, suele surgir un patrón: la electricidad es el puente entre las operaciones actuales y un futuro con bajas emisiones de carbono.
En el caso de los puertos de tamaño mediano, esto no tiene por qué empezar con inversiones masivas. Puede empezar con medidas relativamente modestas: mejorar la eficiencia energética de los edificios, modernizar la iluminación u optimizar el uso de los equipos existentes.
Con el tiempo, la hoja de ruta puede avanzar hacia medidas más transformadoras:
- Energía en tierra para las embarcaciones atracadas.
- Equipos electrificados de manipulación de cargas.
- Generación solar in situ con almacenamiento.
En otros sectores en los que hemos apoyado las infraestructuras inteligentes desde el punto de vista climático y las APP, la electrificación y las energías renovables distribuidas suelen ofrecer la mejor combinación de reducción de emisiones y previsibilidad de los costes. Los puertos no son una excepción. Una estrategia creíble de cero emisiones netas necesita una visión clara de cómo se produce, compra y utiliza la electricidad.
3. Utilice las operaciones como un activo oculto de descarbonización
No todas las medidas climáticas requieren hardware nuevo; se puede lograr un progreso sorprendente simplemente haciendo funcionar el puerto de manera más inteligente. Una mejor coordinación de las escalas de los buques reduce el tiempo de fondeo. El despacho de camiones y la gestión de las puertas de embarque más inteligentes reducen la congestión y el ralentí. Las herramientas digitales que comparten información en tiempo real entre las líneas navieras, los operadores de terminales y las empresas de logística ayudan a eliminar los movimientos innecesarios.
En muchos de los proyectos de infraestructura que hemos apoyado, los avances más rápidos provinieron de la optimización operativa, no de la construcción. En el caso de los puertos de tamaño mediano, esto es alentador: con fondos limitados, las mejoras en la planificación, los sistemas digitales y la coordinación pueden reducir las emisiones y, al mismo tiempo, mejorar el rendimiento.
4. Trate a los inquilinos y socios como parte del plan climático
Incluso la autoridad portuaria más ambiciosa no puede descarbonizar por sí sola, ya que la mayoría de las emisiones pertenecen a otros: operadores de terminales, compañías navieras, empresas de logística, proveedores de energía y municipios circundantes. Esta es la razón por la que una hoja de ruta para reducir las emisiones netas cero debe compartirse, no ser propiedad de nadie.
Los puertos que avanzan más rápido suelen:
- Establezca expectativas claras para los concesionarios y los inquilinos.
- Invítelos al proceso de planificación.
- Incluya incentivos y requisitos en los contratos y tarifas.
Vemos patrones similares en el trabajo de la economía costera y azul (por ejemplo, en Belice o Trinidad y Tobago), donde el impacto se produce cuando los actores del turismo, la pesca, la conservación y la infraestructura se alinean en torno a una visión común. En el caso de los puertos, la lógica es la misma: la hoja de ruta adquiere credibilidad cuando se diseña conjuntamente con quienes mueven los barcos, los camiones y la carga todos los días.
5. Coloque la adaptación en pie de igualdad con la mitigación
Si bien la carrera hacia los puertos con cero emisiones netas suele ocupar los titulares de la industria, centrándose en la descarbonización, esta perspectiva a menudo pasa por alto una amenaza existencial más inmediata: la vulnerabilidad física de la infraestructura costera al riesgo climático. En el caso de los puertos de tamaño mediano, el desafío no consiste solo en reducir las emisiones, sino también en evaluar estrictamente cómo el aumento del nivel del mar, las marejadas ciclónicas y la intensificación de las lluvias afectarán a la integridad estructural de los muros de los muelles, los sistemas de drenaje y las carreteras de acceso. La respuesta más sólida reside en una estrategia híbrida: reforzar la infraestructura crítica y, al mismo tiempo, integrar soluciones basadas en la naturaleza, como los cinturones de manglares, las dunas o los arrecifes artificiales.
Dentro de la economía azul, estos amortiguadores naturales son poderosas herramientas múltiples que no solo absorben la energía de las olas, sino que también mejoran la biodiversidad y el valor turístico. En última instancia, el diseño resiliente al clima ha pasado de ser una preferencia de ingeniería a un imperativo financiero. Dado que los inversores y las aseguradoras examinan cada vez más la exposición a los escenarios climáticos, la adaptación proactiva ya no es solo un costo adicional; es la única manera de garantizar que los activos portuarios sigan siendo asegurables, financiables y operativos a largo plazo.
6. Construya la historia financiera desde el principio, no como una idea de último momento
Una hoja de ruta práctica para un puerto de tamaño mediano debe responder a una pregunta sencilla: ¿quién paga qué y cuándo?
Algunas intervenciones, como las mejoras básicas de eficiencia o las pequeñas herramientas digitales, pueden financiarse directamente con los ingresos del puerto. Sin embargo, las inversiones importantes (sistemas de energía en tierra, electrificación a gran escala y obras de resiliencia importantes) suelen requerir financiación y asociaciones externas.
Las DFI, los fondos climáticos y los prestamistas ecológicos están cada vez más interesados en apoyar las transiciones portuarias. Sin embargo, esperan un paquete sólido: una base de referencia clara, una serie de medidas bien definidas, plazos realistas y un marco para monitorear los resultados e informar sobre ellos.
En los trabajos de viabilidad de las APP para la infraestructura de transporte y logística, hemos visto que los proyectos con una estructura financiera sólida y un análisis de riesgo temprano tienen muchas más posibilidades de ser financiados. Los puertos pueden aprovechar la misma lógica: utilizar los objetivos climáticos para estructurar proyectos que sean atractivos tanto para el capital público como para el privado.
7. Utilice los datos y la gobernanza para convertir los planes en una práctica diaria
Un plan con cero emisiones netas solo funciona si pasa a formar parte de la gestión del puerto, no si se convierte en un PDF que se guarda en una estantería.
En cuanto a los datos, las autoridades portuarias pueden crear gradualmente paneles sencillos para hacer un seguimiento del uso de la energía, las emisiones, los riesgos climáticos y el progreso de los proyectos de transición. No es necesario que estos sistemas sean perfectos desde el primer día; lo que importa es una información coherente y práctica que pueda compartirse con las juntas directivas, los inquilinos y las entidades financieras.
Desde el punto de vista de la gobernanza, la claridad de las funciones es clave. Algunos puertos crean una unidad dedicada a la sostenibilidad; otros nombran a «campeones» climáticos dentro de los departamentos existentes. El objetivo es el mismo: las decisiones de inversión, los contratos y las operaciones cotidianas deben alinearse con el objetivo de reducir las emisiones netas netas, no competir con él.
En nuestro trabajo de transformación digital —por ejemplo, cuando ayudamos a los reguladores a diseñar plataformas de monitoreo modernas— observamos un patrón recurrente: una vez que las instituciones tienen datos confiables y responsabilidades claras, los planes climáticos ambiciosos dejan de ser aspiraciones y comienzan a dar forma a decisiones reales.
Los puertos Net-Zero se crean paso a paso práctico
En el caso de los puertos de tamaño mediano, el camino hacia la reducción de emisiones netas puede resultar intimidante, especialmente si se compara con los recursos de los principales centros mundiales. Pero no comienza con proyectos monumentales.
Comienza por entender dónde están realmente las emisiones y los riesgos, establecer prioridades y crear coaliciones en todo el ecosistema portuario.
A partir de ahí, la hoja de ruta se convierte en una serie de medidas concretas: mejores datos, operaciones más inteligentes, electrificación específica, protección basada en la naturaleza y una financiación cuidadosamente estructurada. Cada paso reduce el riesgo, fortalece la competitividad y prepara al puerto para un mundo en el que el desempeño climático ya no sea opcional.
Net-Zero no es una decisión única. Es una forma de gestionar un puerto en un clima cambiante. Para las autoridades portuarias de tamaño mediano que desean iniciar ese viaje con realismo y ambición, la oportunidad no es solo cumplir, sino convertirse en puertas de entrada resilientes, eficientes y atractivas para la próxima generación de comercio.









